Por Christina Duran
Traducido por Lizeth Daniela Castellanos
Bajo Morley Ave., una parte de la calle se cubre de tiendas que venden ropa de salir para mujeres y juguetes de todos los colores. El otro lado de la calle se llena de puestos y mesas en lo que generalmente es un estacionamiento.
Cada mesa está llena de una variedad de productos y antojitos caseros, desde col crespa y calabacín, hasta granadas, empanadas y diferentes tipos de quesos. Una gran olla atrae la atención de los Nogalenses con el rico olor de los tamales de carne con chile.
Cada viernes por la tarde, cerca de la frontera que separa a Nogales, Arizona y Nogales Sonora, México, se reúne la gente para escuchar los últimos éxitos de la música latina y para deleitarse de la comida del Nogales Mercado.
En el 2012, la clínica Mariposa Community Health Center (MCHC) y la organización Nogales Community Development (NCD) se unieron para fundar el Nogales Mercado. Su meta es mejorar la salud y brindar sostenibilidad económica a Nogales, la cual fue clasificada como un desierto alimentario por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). Un desierto alimentario es una zona escasa de frutas y verduras saludables de bajo costo.
“El mercado fue una oportunidad de la comunidad para invertir en su salud y economía,” dice Santos Yescas, gestor del programa en NCD.
El Nogales Mercado cuenta con una “mesa cooperativa”, donde los agricultores locales, algunos locales y otros que proveen desde sus granjas en Tucson, pueden vender sus productos sin tener que ir al mercado. Otros vendedores que van al mercado deben de armar sus propias mesas y vender sus productos. Muchos de estos vendedores, venden su mercancía los viernes para poder llevar más dinero a sus casas.
María Elena Mandel, de 60 años de edad, ha vendido sus jabones caseros, exfoliantes, bolsas, joyas y barajas en el mercado desde el 2013 para subsistir.
Mandel recoge su cabello castaño oscuro con algunas canas en un chongo. Saluda a todos con una sonrisa de oreja a oreja.
Les llama a estos días laborales “viernes social”, porque conoce a gente de todo el pueblo.
Ella hace todos sus productos en casa mientras que también cuida a su hijo que tiene cáncer. Aunque le pagan los gastos médicos de su hijo, Mandel tiene que trabajar para poner comida en su mesa y pagar otros servicios.
Por ahora, su oficina central consta de una mesa plegable bajo un techo de plástico todos los viernes.
“Esta es mi empresa,” dice Mandel.
Hilda Rivera, que se encuentra a unas pocas carpas de la carpa de Mandel, atiende su negocio los viernes.
Con un mandil blanco e impecable, Rivera se para enfrente de un letrero rojo brillante que contrasta con unas grandes letras blancas que dicen “TAMALES” para atender a sus clientes, quienes se han formado ansiosamente en su puesto.
Rivera se unió al mercado hace un año cuando sus amigos le insistieron que vendiera algo en el evento del Día de los Muertos. Llegó con la intención de vender arreglos florales, y solo trajo sus tamales para que fuera un producto extra.
Sin embargo, los Nogalitos corrieron la voz y sus tamales se vendieron rápidamente. Rivera ahora los vende todos los viernes, y planea en expandir su línea de productos.
“Estoy trabajando en vender tamales congelados para que la gente se los lleve a su casa y los cocine,” dice Rivera mientras abre una hilera para enseñarnos la pila de tamales congelados.
Rivera, una voluntaria en la clínica MCHC, se autoproclama ama de casa y usa el dinero que gana en el mercado para lo que sea que ella o su familia necesite.
Mientras que el Nogales Mercado crece, el gestor del programa Santos Yescas, considera si debería cobrarle o no a los vendedores por su lugar en el mercado, el cual es gratuito actualmente.
La organización NCD les proporciona a los vendedores clases de finanzas comerciales, y los ayuda a obtener certificación para poder recibir cheques WIC, SNAP y FMNP, todo sin ningún costo. Sin embargo, Yescas cree que deberían invertir en sus negocios propios, empezando por su puesto en el mercado.
“Algunas veces los vendedores no vienen,” dice Yescas. “Y los necesitamos aquí para atraer a la clientela al mercado.”
Aunque el mercado tenía la meta de inspirar a tomar mejores decisiones acerca de la salud, los productos que ofrecen Mandel, Rivera y otros vendedores atraen a la gente al mercado, mucho más que aquellos que tienen un puesto con comida saludable barata.
Natalie Ainza, coordinadora del sistema de comida en MCHC, sabe que la gente no viene al mercado para las frutas y verduras orgánicas en la mesa cooperativa. Pero se mantiene optimista.
Para poder demostrar cómo usar los productos en una receta, un viernes de mercado, Ainza echa granadas, hielo, col y otras verduras a una licuadora y echa el resultado a un vaso: es un jugo verde.
“Todo es parte del proceso de aprendizaje,” dice Ainza.
Para Raúl Ulloa, de 67 años de edad, la salud es solamente una parte de vivir.
Va todos los viernes y trata de comprarles a todos los vendedores–desde los tamales de Rivera con un cafecito, hasta lo que sea que ofrezca la mesa cooperativa.
“Como de todo,” dice Ulloa con orgullo.
También participa en el paseo en bicicleta que se organiza por OS3, una organización que promueve el ciclismo en Nogales. La organización hizo del mercado su hogar hace tres años, empezó con 10 ciclistas leales y creció hasta 80.
Cada viernes, niños en cascos y adultos con todo el equipo de ciclismo se pasean por el trayecto de nueve millas desde el centro de Nogales hasta la tienda Safeway en Mariposa Road, que se encuentra a la derecha de la interestatal.
“Nos encanta ayudar a nuestra comunidad,” dice Melissa Maldonado, presidenta de OS3.
En un futuro, Yescas y Ainza esperan ver filas de puestos al otro lado del estacionamiento, y ven un lugar donde la gente de todas partes se pueda reunir, no solamente de Nogales.
“Estamos aquí para ayudar,” dice Ainza.
Christina Duran is a reporter for Arizona Sonora News, a service from the School of Journalism with the University of Arizona. Contact him at [email protected]