Son las 7:30 en una fresca mañana de miércoles. Más de 20 hombres se juntan alrededor del cerco de alambre en los afueras del comedor de beneficencia Casa María Soup Kitchen. Una camioneta modelo Ford, llega jalando un camión decorado con citas bíblicas que contiene baños refrescantes y de agua caliente.
El camión pertenece a la Iglesia Presbiteriana St. Andrew, localizada al norte de Paseo del Norte. Viene a Casa María dos miércoles al mes a las 8 de la mañana y se queda ahí hasta las 11 de la mañana ofreciendo baños gratuitos y productos higiénicos.
Dos hombres se bajan de los asientos de enfrente y uno de ellos pone un letrero blanco que dice: “baños con agua caliente gratis”. Media hora después, se acomodan las cajas, sillas y mesas y los voluntarios esperan a su primer cliente del día.
Un voluntario destapa una caja grande llena de afeitadoras, cepillos de dientes, enjuague bocal y jabón. Los voluntarios organizan bolsas Ziploc que contienen productos nuevos de la marca Fruit of the Loom, tales como calcetines, bóxeres, ropa interior femenina y camisetas.
“Antes les entregábamos los calcetines y ropa interior antes de que comenzaran a tomarse un baño. Pero después se empezaron a llevar las cosas sin bañarse”, comenta Charlotte Smith, un miembro de la iglesia y voluntaria en el camión que ofrece las duchas. “Ahora ya es más fácil reconocer quien en verdad viene a ducharse y quien sólo viene para recibir los productos gratis”.
Cada individuo que se da un baño recibe una bolsa de plástico junto con una toalla y un paño para lavarse el cuerpo. Tienen la opción de escoger calcetines cortos o largos, bóxeres o calzoncillos y una camiseta. Tanto los miembros de la iglesia como los donadores externos proveen las cosas necesarias para este proyecto.
El primer hombre en acercarse a la mesa selecciona su ropa y escoge chanclas color verde limón. George Moreno deja su mochila en el pavimento y se desabrocha sus botas. Sus calcetines están desgastados y manchados de sangre por las ampollas que tiene en sus pies.
“Fue increíble”, comenta Moreno, un veterano sin hogar de 61 años, después de darse un baño. “Lo que pasa es que estoy amoldando mis botas y necesito talco para curar mis ampollas”, dice esto mientras deja una nube de polvo blanco al ponerle talco a la plantilla de su zapato izquierdo.
De acuerdo a Smith, Moreno es uno de los individuos que vienen regularmente y que se da un baño casi todas las mañanas cuando el camión está en Casa María.
“Soy una persona sin hogar tratando solamente de sobrevivir”, comenta Moreno al ser la primera persona esperando en la fila a las 8:07 de la mañana.
El camión tiene 6 baños: tres para las mujeres y tres para los hombres. La iglesia compró el camión y fueron los propios voluntarios quienes lo remodelaron en el 2014. La iglesia quería poder brindar este tipo de servicio en un lugar donde se sirviera de comer porque es muy probable que las personas se reúnan alrededor de esas áreas dice Will Deboer, una voluntaria que ayudó a remodelar el camión.
“Se trata de ayudar”, dice Deboer. “Todo vale la pena cuando vez cuanto agradecen lo que hace uno por ellos”.
Tanques de propano calientan el agua de los baños en un instante. Casa María le permite al camión usar su servicio de electricidad. La casa enfrente de Casa María suministra el agua.
“Esa ducha se sintió mejor de lo que me imaginé”, comenta Corinne Rivera, una jardinera que vive en una casa móvil pero esta mañana no tenía agua caliente. “He visto el camión aquí antes pero nunca lo había usado, sin embargo estoy contenta de haberlo hecho el día de hoy”.
Smith dice que la iglesia a menudo imprime un horario para que las personas se lo lleven consigo y sepan dónde va a estar el camión cada semana. El camión también se estaciona los domingos por la mañana en Z Mansion, localizada en North Church Avenue.
Deboer dice que el costo para el funcionamiento del camión es alrededor de $5,000 dólares por año. También comenta que es un proyecto comunitario abierto al público para donaciones y para voluntarios.
Son las 10:30 de la mañana y los baños han estado constantemente ocupados. Mientras un hombre entra a tomarse un baño, otro se va con una sonrisa en su cara recién lavada.
“Me gusta cómo llegan aquí con su cabeza inclinada y después de tomar un baño salen sonriendo con sus cabezas en alto”, dice Smith. “Casi parece que van bailando al irse de aquí para comenzar un nuevo día”.
Alexandra Adamson is a reporter for El Independiente, a service from the School of Journalism with the University of Arizona. Contact her at [email protected]. For high resolution photos click here.