A la una de la mañana, Paul Smith podría ser el único que toca la melodía Brandenburgo de Bach Concierto No. 1 a todo volumen en Monte Lemmon. Esta pieza tiene un tono más feliz que los compositores rusos y alemanes del siglo 19 que generalmente escucha en su iPod – una banda sonora perfecta para escuchar mientras se come dos sándwich de crema de cacahuate y mermelada como su última cena.
“Es difícil comer con la densidad de Shostakovich”, dice con una sonrisa.
Es un viernes por la noche, y Smith está empezando su segunda ronda de nueve noches en el Kuiper de 61 pulgadas, un telescopio en la cima del Monte Bigelow en las montañas Santa Catalina.
Afuera, los campistas desafían las temperaturas de 30 grados. Sus fogatas rugen cerca. Los únicos sonidos provienen del zumbido del domo mientras el telescopio realiza sus ajustes.
Adentro, Smith acaba de colectar las emisiones de los rayos gamma que vienen desde un agujero negro el cual se estima estar a 4 mil millones de años luz. La música está tocando a todo volumen a través de las bocinas de la sala de control.
Con un pitido, uno de los seis monitores de computadoras que Smith está utilizando parpadea una gráfica. Una curva sube y baja por la tabla, probablemente incomprensible para cualquiera persona sin una licenciatura avanzada en ciencias.
Smith se burla.
“Bueno, eso es un espectro bastante aburrido”, dice.
Smith es un astrónomo del Observatorio Steward de la Universidad de Arizona, y uno de los muchos investigadores que pasan varios días al mes viviendo en la oscuridad.
Un instrumento de $ 150.000 acoplado al telescopio sirve de ocular para Smith, transmitiendo imágenes y datos a la computadora en la sala de control. La imagen de Smith se ve como una pantalla borrosa, y gris.
Las estrellas en las galaxias vecinas aparecen como círculos brillantes y blancos. Los parches más opacos de blanco son los quásares, blazares, asteroides y supernovas – Objetos que Smith busca, a menudo millones o mil millones veces más grande que el sol. Una vez que los encuentra, ve sus emisiones de rayos gamma, y el estudio de las polarizaciones.
“No paso mucho tiempo mirando sitios bonitos”, dice. “De hecho la mayor parte de los datos que recogemos son bastante aburridos”.
El trabajo principal de Smith apoya la misión de la NASA con el Telescopio Fermi de rayos de gamma, que se puso en marcha en el 2008. Sus proyectos adicionales también incluyen la recopilación de datos sobre los asteroides y supernovas para los artículos que escriben los otros investigadores.
Él admite que su trabajo aún no cuenta con una aplicación con el mundo real – no como el trabajo de otros astrónomos en la Universidad de Arizona quienes, por ejemplo, estudian las superficies de los asteroides para ver el impacto que tendrían en la tierra y qué podrían hacerle al planeta. Aún así, Smith dice que el trabajo que está haciendo hoy probablemente responda preguntas en algún momento en el futuro.
“Tal vez no haya una aplicación ahora, pero estamos descubriendo porqué estas cosas hacen lo que hacen”, dice Smith. “Creo que hay espacio para esas preguntas”.
El jefe de Smith está de acuerdo. Buell Jannuzi director del el Observatorio Steward, sugirió años atrás que Smith se involucrará con el proyecto del Telescopio Fermi.
“La polarimetría requiere de observadores muy capacitados y competentes y Paul es uno de los mejores que conozco”, dijo Jannuzi. “Estamos aprendiendo más sobre las leyes de la física que influyen y gobiernan el universo en el que vivimos y lo que en ese sentido se satisface un deseo muy básico para todos nosotros comprender el universo en el que vivimos y cómo nos relacionamos con él”.
De cualquier manera, Smith está feliz de observar los cielos.
Como el estupendo geek del espacio, Smith, de 57 años, nació meses después del lanzamiento del Sputnik y creció durante la carrera espacial. “2001: Una odisea en el espacio”, una película épica de Stanley Kubrick que revolucionó las películas de ciencia ficción, ha sido la película favorita de Smith desde que lo vio cuando tenía 11 años. Smith es un nativo de Rochester, NY, quien estudió física en la Universidad de St. Louis antes de completar un doctorado en la Universidad de Nuevo México en la misma licenciatura. El observatorio Steward lo contrató en 1986, justo después de su graduación, para ayudar a crear un instrumento que ahora recoge datos del telescopio espacial Hubble.
Colaboró con Neil deGrasse Tyson en una convención de astrónomos en1986 en Houston cuando ambos eran estudiantes de posgrado. También estrechó la mano a Kip Thorne, cuya investigación ha proporcionado las teorías más importantes sobre los agujeros negros.
Por medio de todas estas experiencias, la pasión que ha tenido para observar las estrellas desde que era un niño nunca ha decaído.
“La mayoría de los niños crecen y se les pasa esa fase”, dice. “A mí nunca se me pasó”.
Smith pasa nueve noches cada mes mirando a los quásares, blazares, asteroides y supernovas que han muerto hace mucho tiempo, pero cuya luz todavía alcanza la tierra. Su investigación, dice, coincide con su amor por la música clásica.
“Escucho a compositores muertos y observo objetos que ya no existen” dice bromeando desde la sala de control.
Gracias a su dedicación a una serie de diferentes proyectos, el horario de observación de Smith es mucho más riguroso que la mayoría de los astrónomos. Su esposa, Laurie, una enfermera que trabaja también con un horario complicado, dice que encontrar tiempo para tomarse las vacaciones es difícil a pesar de que no tienen hijos.
Este año, Smith observó durante el día de Acción de Gracias y lo hará de nuevo en Navidad, coincidiendo con la luna nueva, que proporciona los cielos más oscuros. Laurie Smith dijo que planea pasar las vacaciones con su propia familia, y probablemente no se va tomar la molestia de cocinar.
Sin embargo, ella se ríe de las peculiaridades que son parte de la carrera de su marido.
“La cosa más chistosa es que la mayoría de las personas piensan que todos nuestros viajes tienen que planearse alrededor de la luna llena”, dice ella. “Sólo podemos salir de la ciudad en una noche de luna llena porque está observando durante una luna nueva”.
Incluso con los problemas, Laurie Smith dice que nunca ha cuestionado la dedicación de su marido a su carrera.
“Es uno de esos individuos raros que sabía lo que quería hacer cuando era muy joven”, dice ella. “Él no entiende cómo la gente batalla para saber lo que quieren hacer de sus vidas. Es tan bonito que puede hacer justo lo que le gusta”.
A las 5 am, los párpados de Smith cayéndose caen mientras duerme pausas cortas entre los pitidos de la computadora. El crepúsculo arroja un tinte azul a través de los arces de las Montañas Rocosas, corrompiendo los datos de Smith con la contaminación luminosa mientras saca sus últimas observaciones.
Para las 6, da por terminada la velada.
Con tanto tiempo dedicado en una sola vez en una montaña casi completamente solo, Smith dice que él lucha terminar las dos últimas noches de cada ronda de observación. La música ayuda.
De cualquier manera, algo lo mantiene regresando.
“Es muy difícil para mí para delinear esto entre mi trabajo y mi hobby”, dice Smith, su naturaleza sarcástica brillando a pesar de la fatiga. “Algo acerca de ir a los telescopios me ha mantenido motivado todos estos años. La pregunta siendo, ¿es patológica?”
__
Kyle Mittan es un reportero de Arizona Sonora News, un servicio de la escuela de periodismo en la Universidad de Arizona. Contáctelo vía email a [email protected]
__
Traducido por Andrea Castillo / Editado por Mariah Chloe Swickard